Miedo
Detrás de un miedo hay siempre una fantasía. El hombre de negro no se atrevía a salir de la sala. Era preso de su imaginación. Pensaba que tras el muro podía haber dragones. Esa estúpida tendencia a convertir la ignorancia en monstruo. Ese miedo que salva y reduce a la vez a mísero cobarde. El hombre de negro no podía moverse del recinto. Era prisionero de una imaginación que se desbordaba, sin pudor, por toda la mansión. |