La nueva industria telefónica

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Los pocos teléfonos que quedaban estaban en anticuarios y talleres de makers para ser desguazados. Las empresas telefónicas buscaban desesperadas nuevas líneas de negocio. Rebuscaron en su patrimonio y encontraron la historia de la vida de millones de personas. Eran los dueños de su pasado y esa memoria podría volver a sus autores por un puñado de neto-euros.

Los móviles habían estado enviando datos de la posición geográfica de los usuarios durante las últimas décadas. Las telefónicas tiraron de su memoria tecnológica y empezaron a vender dossieres que mostraban todos y cada uno de los viajes, recados y paseos que había hecho cada uno de sus clientes.

Facebook ardió en cólera. El megagigante reclamaba la posesión de la memoria humana mundial y estas cartas de navegación geo-biográficas no podían sino suponer una amenaza insolente. Competían directamente con su principal fuente de ingresos: los bio-vídeos emotivos.

Las telefónicas calmaron al supragigante. «No te preocupes», dijeron. «Nosotros solo vamos a resumir la vida en un trazado. La industria del pasado infográfico será nuestra. La industria del pasado audiovisual será de usted».

La ilustración ha sido cedida por Juan Díaz Faes.

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